Antes de llegar a la presidencia, Gustavo Petro usó a los banqueros como uno de sus blancos de ataque favoritos. “La riqueza que producen los colombianos pasa a los dueños de los bancos con ayuda del Estado (...) ¿no es hora de cambiar?”, dijo en su cuenta de Twitter en 2021. Pero en siete meses de gobierno, las relaciones con este sector han sido armoniosas, incluso amistosas.

Hace 15 días Bancolombia dio una muestra de ese cariño. Decidió bajar las tasas de interés en tarjetas de crédito de consumo, de 46 a 25 por ciento. La caída abismal, que sorprendió al mercado, generó un efecto dominó. Al menos ocho bancos más también las bajaron. Petro cobró una victoria política, y la banca también.

La decisión se tomó en medio de un intenso ejercicio de persuasión por parte del gobierno tras bambalinas. La dupla formada por el superintendente financiero Jorge Castaño y César Ferrari, asesor económico del presidente, llevaba meses reuniéndose con las cabezas de los bancos.

Tras meses de encuentros, los lograron convencer de que bajar los intereses se alineaba con el negocio y eso podría ayudar a combatir el gota a gota. Por otro lado, sin que hubiera sido una condición explícita, el gobierno invitará a la banca privada en su programa más potente de impulso de crédito: el que busca financiar a la economía popular con hasta 2,4 billones de pesos.

Se trata de un gana gana entre el sector privado y el gobierno que habría sido difícil de prever. Sin embargo, con pequeños gestos, como la inversión de Asobancaria de traer a Colombia a Mariana Mazzucato, una economista admirada por el presidente Petro, los previamente demonizados dueños de los bancos, como Luis Carlos Sarmiento Angulo, han tejido lazos para alinear intereses mutuos con el gobierno.

Esos intereses se alinearon con la bajada de tasas. Por un lado, el argumento de los bancos para esa decisión es la de anticipar una moderación de la inflación y de la subida de tasas del Banco de la República. Por otro lado, el gobierno de Petro ha insistido en varios espacios que el camino para la inclusión financiera es el de bajar las tasas para acelerar la inclusión financiera.

César Ferrari, el economista colomboperuano que trabaja con Petro desde Casa de Nariño, le dijo a La Silla que la intención del gobierno ha sido la de mostrarles a los bancos y al sector financiero la importancia de unos créditos más baratos. Y esos espacios también los ha liderado el superintendente financiero, Jorge Castaño.

“La Superfinanciera tiene mucho mérito. Se ha reunido conmigo varias veces y me prestó a su mejor gente. Han ido a mi oficina, hemos hecho números, siempre pensando en cuáles pueden ser los mecanismo para bajar las tasas. La idea siempre ha sido generar más competencia en el mercado y para eso hay que convencer a mucha gente”, contó Ferrari. Aunque se abstuvo de revelar con quiénes exactamente se había reunido, por no contar con su autorización para revelar sus nombres, afirmó que se ha “reunido con todos los agentes del mercado”.

El centro de discusión de esas reuniones ha sido el de encontrar un camino para ofrecer créditos más baratos, para que sean más atractivos para la gente. Eso tendría como consecuencia que los bancos les monten una competencia directa a los prestamistas ilegales, los gota a gota. Y que por esa vía, más personas entren al sistema bancario.

Ese interés del gobierno también es el de los bancos, que tienen a la inclusión financiera como una de sus banderas. Según recalcó Ferrari, el argumento del gobierno siempre fue el de persuadir a partir de argumentos de mercado: “a precios más pequeños, volúmenes más grandes. Los bancos están cambiando su estrategia para generar más utilidades”.

La otra motivación de los bancos fue más coyuntural. Andrés Langebaek, director de estudios económicos de Davivienda, le explicó a La Silla que la decisión de rebajar las tasas también fue producto de un contexto económico. “Por un lado está que los créditos han bajado en los últimos meses. Además, los bancos este año ya no tienen la presión de una regulación internacional que aplicaron el año pasado. Es decir, la decisión favorece la solicitud que hizo Petro, pero también en que la liquidez de los bancos está en un buen momento”, dijo.

El primero en tomar la decisión fue Bancolombia, el banco más grande del país, y ahí le siguieron por lo menos otros nueve bancos. Jonathan Malagón, nuevo presidente de Asobancaria, y quien fue ministro de Vivienda de Iván Duque, explicó en Twitter que las razones de los bancos responden también a la situación económica del país. Según él, esperan que se empiecen a bajar las tasas de interés del Banco de la República porque la inflación ya tocó techo, y empezará a ceder.

Pero también sacó pecho por su sector. “En medio de esa coyuntura, la banca refrenda su compromiso con los más vulnerables con una reducción clara a la tasa de interés a los más necesitados. Lo segundo es que nos unimos y nos suscribimos a las metas de financiamiento del gobierno de la economía popular”, dijo Malagón en un video.

La llegada misma de Malagón a Asobancaria es el resultado de una serie de coqueteos mutuos entre los bancos y el gobierno que comenzaron poco después de que llegara Petro a Casa de Nariño.

Malagón fue alumno y ha sido coautor de varios artículos con José Antonio Ocampo en la Universidad de Columbia, el ministro de Hacienda. Eso hizo que, a pesar de su pasado duquista, haya logrado aterrizar en Asobancaria, uno de los puestos gremiales más codiciados del país,

Tras la salida de Hernando José Gómez de Asobancaria en noviembre, por unas acusaciones en su contra por acoso sexual, Ocampo se movió por Malagón. Según supo La Silla por una fuente del gobierno, Ocampo hizo varias llamadas para poner sobre la mesa la hoja de vida del economista, quien ya había sido vicepresidente en el gremio. Al final Malagón fue escogido, en una decisión que dejaba contento a todo el mundo, por su perfil que chuleaba requisitos tanto del gobierno como de los banqueros.

Pero los coqueteos venían de incluso antes. El año pasado, Asobancaria, en ese momento presidida por Hernando José Gómez, trajo a Colombia a la economista Mariana Mazzucato, cercana al corazón académico de Petro. Los banqueros hicieron una inversión profunda. Una fuente del sector financiero le dijo a La Silla que traer a Mazzucato costó un millón de dólares.

No se gastaron en vano. Después del evento con Asobancaria, Mazzucato fue invitada a Casa de Nariño, a una mesa con el presidente Petro. Con ella también llegaron algunos empresarios del sector financiero y Gómez de Asobancaria. De hecho, antes que otros líderes gremiales y sectores económicos, fue el sector financiero el primero en compartir manteles con Petro. 

Invitamos a empresarios colombianos y dialogamos con una de las mejores economistas del mundo: Mariana Mazzucato Vendrá a trabajar con nuestro gobierno en el tema de la industrialización del país. pic.twitter.com/rUYcp6CpKY

En medio de este ambiente amigable cultivado durante meses, los bancos y el gobierno Petro, pudieron cobrar juntos como victoria la bajada de las tasas de interés de las tarjetas de crédito.

“Excelente. Buena medida de bajar las tasas de interés por la banca privada. Así se mantendrá sólido el sistema financiero y las posibilidades de detener el estancamiento económico aumentarán”, respondió Petro en su cuenta de Twitter a la noticia de que Davivienda bajaría de 46 a 20 por ciento su tasa de interés.

Ocampo, también reconoció que la decisión fue fruto de una conversación con el gobierno. 

Dialogo entre @petrogustavo @infopresidencia @MinHacienda @SFCsupervisor y sector financiero da frutos: @Bancolombia @Davivienda @Bco_Occidente @BBVA_Colombia @BancodeBogota bajan tasas para créditos de bajo monto. Y anuncio: vienen más apoyos a la economía popular.

Por su lado, Malagón aplaudió la noticia y dijo que “suscribimos las metas de gobierno en términos de financiamiento a la economía popular”.

El gobierno alista para la próxima semana el lanzamiento de un programa de microcréditos, que serán respaldados por el gobierno. Es decir, servirá de fiador por si la gente no paga. Para los bancos hay una oportunidad de negocio amplia, en un sector al que les ha costado entrar.

Los detalles del plan no se han hecho públicos, pero María Clara Hoyos, presidente ejecutiva de Asomicrofinanzas, afirmó que podrían ser microcréditos de hasta 2 millones de pesos de créditos para 1,2 millones de microempresarios. Eso, en cálculos de servilleta, sumaría los 2,4 billones.

Aunque es todavía un concepto amplio, uno de los objetivos del gobierno con la economía popular es el de incluir a pequeñas empresas que están en la informalidad en la economía. Y esa inclusión pasa por fomentar el acceso al sector financiero formal.

“El gobierno está en el proceso de empezar a buscar instrumentos para bajar las condiciones de crédito, y que podamos atraer a personas que acuden al gota a gota. Eso lo entendió la banca comercial, que está buscando hoy sinergias con el gobierno para llegar a otras franjas de consumidores a través de los microcréditos”, le dijo a La Silla Ricardo Bonilla, presidente de Findeter y asesor económico del gobierno desde el empalme.

La preocupación sobre la inclusión financiera y el gota a gota no es nueva. Eso está explicado por un mercado laboral que tiene a más de la mitad de los ocupados en la informalidad (58 por ciento), sumado a un universo de al menos 2,5 millones de negocios en esa misma condición, según el Dane.

No estar formalizados les impide a estos negocios o personas acceder a créditos. Por eso terminan acudiendo a los préstamos informales que les cobran intereses más caros, en un mercado clandestino y en ocasiones violento.

Un estudio de Asomicrofinanzas dice que el 81 por ciento de los micronegocios en Colombia no puede acceder a créditos. Y en el país casi todo el tejido empresarial está compuesto por microempresas. “Esto sumado a que el 73 por ciento de los colombianos ahorra en su vivienda y el 14 por ciento se financia con crédito informal clandestino (gota a gota)”, dijo hace unos días la presidente ejecutiva de Asomicrofinanzas.

Por eso es que ofrecer créditos más baratos desde la banca tradicional los pone a competir con los prestamistas informales, y de paso bancarizar a más personas. “La estrategia del gobierno es llegar a otras franjas de consumidores, y al universo del gota a gota. La mejor forma son créditos baratos. Y eso le gusta a los bancos, también les sirve al negocio”, dijo Bonilla.

Las conversaciones sobre ese programa vienen desde el año pasado. En noviembre Asomicrofinanzas -en donde están agremiados más de 40 bancos que ofrecen microcréditos-, el ministerio de Hacienda, Banca de las Oportunidades y otros miembros del sector financiero firmaron un convenio para luchar en contra del gota a gota.

El plan era articular entidades del Grupo Bicentenario, un holding de empresas del Estado, y privados del sector financiero para “desarrollar una estrategia de inclusión crediticia para la economía popular”. Eso es lo que se va a materializar la próxima semana en un evento que tiene el apoyo del BID y del Banco Mundial.

Eso implica que el gobierno ofrecerá un respaldo financiero a los bancos sobre cada uno de los créditos a personas que nunca han estado en el sector financiero. Algo parecido se hizo durante la pandemia, cuando el Fondo Nacional de Garantías respaldó créditos a empresas por 37 billones de pesos entre abril de 2020 y 2021.

Es decir, otro gana gana para el gobierno, que consigue quien le preste plata a los micronegocios, y los bancos, que pueden llegarles a un universo más grande de personas. 

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